Monday, September 26, 2011

"Validation". Reformulación


Hugh Newman trabaja en un aparcamiento validando los tickets de los coches. Pero no sólo eso. Para todos los que pasan por sus manos, Newman tiene un cumplido y una sonrisa preparados. En poco tiempo, la gente empieza a venir no para aparcar sus coches, sino para ver a Hugh, cuyas costumbres parecen no cambiar con el tiempo. El humilde trabajador pronto se convierte en una sensación, ganándose la fama del "hombre que hace sonreír a todo el mundo". Y así es hasta que se encuentra con Victoria, una fotógrafa de la que se enamora perdidamente nada más verla. Pero Victoria, que trabaja haciendo fotografías para el carnet de conducir, vive las reglas de su lugar de trabajo: "No sonreír en la fotografía." Hugh, seguro de que su sonrisa es preciosa, hace todo lo que está en su mano, un día tras otro, para conseguirlo; en vano lo intenta un día tras otro, mes tras mes, hasta que, decididamente, tira la toalla. Junto con el optimismo de Newman se van sus ganas de hacer sonreír a la gente: ya no tiene ánimos para seguir alimentando la felicidad de los demás cuando la suya está por los suelos.

Viendo que Hugh ya no está por la labor de alegrarles el día, los clientes abandonan el aparcamiento, y, debido a ello, Newman es despedido. Mientras vaga por su ciudad, una pareja le pide que les haga una foto, a lo que él accede. Viendo que sus sonrisas no son verdaderas, se esfuerza en hacerles ver que tienen todas las razones en el mundo para sonreír. Al cabo de un rato, Hugh consigue la oportunidad de hacer fotos, bajo recomendación de un fotógrafo que ha visto lo sinceras que son las sonrisas que consigue el antiguo "validador". Así, Hugh pasa el día fotografiando a gente que ve en su ciudad.

Un día, por casualidad, ve el carnet de conducir de otro hombre en la consulta... ¡Y sorpresa! Sale sonriendo... Hugh se pregunta el por qué del cambio radical en la actitud de su (aún) amada, y sale corriendo en su busca. Pero Victoria ha sido despedida por fotografiar a la gente sonriendo, y Hugh tarda en encontrarla. Y cuando lo hace, se da cuenta de que él es el artífice, sin quererlo, de su sonrisa, al fotografiar a su madre, que había perdido la ilusión hace mucho tiempo y, con ella, las ganas de sonreír.

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